jueves, 18 de octubre de 2007

CARTA ABIERTA A LOS MAESTROS DE SEMINARIO


CARTA ABIERTA
A LOS MAESTROS DE SEMINARIO

FRATERNIDAD MISIONERA «APÓSTOLES DE LA PALABRA»
Renato Leduc 231 * Col. Toriello Guerra Tlalpan
14050 México, D.F.
Tel. (55) 5665.5379 * Fax: (55) 5665 4793
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México, D.F., a 17 de octubre de 2007.

Muy Señores míos:
como se habrán dado cuenta, hace unos meses dirigí una Carta Abierta a los Rectores de Seminario, invitándolos a reflexionar acerca del papel trascendental que juega el Seminario en la vida de la Iglesia, puesto que está destinado a formar a los futuros pastores de almas, teniendo en cuenta los profundos cambios que se están dando en nuestra sociedad y de una manera especial la triste situación en que se encuentran las masas católicas, sumidas en una enorme incertidumbre y en el más grande desamparo ante el acoso constante, capilar y sistemático de los grupos proselitistas.

Les hacía notar la extrema necesidad de aportar cambios urgentes y profundos en todo el sistema formativo del Seminario. Pues bien, tratándose de una tarea tan amplia y compleja, alguien me hizo notar la conveniencia de involucrar directamente a ustedes en este proceso de reestructuración general del sistema formativo en los seminarios, puesto que su papel es determinante en orden a la formación de los futuros pastores de almas.

Por esta razón ahora me dirijo directamente a ustedes, Maestros de Seminario, para compartir algunas inquietudes, que desde hace algún tiempo he ido rumiando a solas. Ojalá que todo esto, aparte de representar para mí un desahogo y un descargo de conciencia, pueda ser el inicio de un diálogo sincero y fructífero entre cuantos abrigamos la esperanza de crear una nueva imagen de Seminario, más acorde a los tiempos actuales, teniendo en cuenta los nuevos retos que hoy en día se presentan a la tarea evangelizadora de la Iglesia.

Además, no nos olvidemos de que la formación que se imparte en los seminarios es paradigmática en orden a todo el sistema formativo que se maneja dentro de la Iglesia, desde la catequesis presacramental hasta la enseñanza que se imparte en los centros de formación para laicos y hermanas de vida consagrada. De ahí la trascendencia del asunto que nos está preocupando en este momento en orden a desencadenar un proceso de reestructuración general en los sistemas formativos dentro de la Iglesia.

PRINCIPIOS GENERALES
Se trata de principios que interesan todo tipo de formación en la Iglesia.
1.- Perspectiva del creyente
Ésta tiene que ser la perspectiva correcta en toda la formación que se imparte dentro de la Iglesia y de una manera especial en la formación de los futuros pastores de almas. En realidad, se trata de formar al creyente, que un día será maestro y guía en la fe. No se trata de formar al filósofo, al teólogo profesional o al experto en asuntos religiosos.

Ahora bien, si ésta tiene que ser la perspectiva correcta, es evidente que es necesario aportar muchos cambios en la manera de enseñar en nuestros seminarios y evaluar los resultados.
2.- Para una vida de fe
Todo lo que se hace en los seminarios, dentro y fuera de los salones de clase, no tienen como objetivo alimentar el bagaje cultural de los alumnos, su curiosidad intelectual o la propia vanagloria, sino el de iluminar, sustentar y alimentar la vida de fe de los seminaristas (Rom 1, 17). Lo demás es secundario, aunque pueda resultar de una cierta utilidad para la propia superación personal y la misión.

3.- La Palabra de Dios:
fuente principal de inspiración
No la moda del momento, el teólogo famoso o la propia opción pastoral, sino la Palabra de Dios tiene que inspirar, orientar y dar el sentido más profundo a la vida de todo discípulo de Cristo y tanto más de un futuro pastor de almas. Al mismo tiempo, la Palabra de Dios tiene que impulsar y permear toda su actividad, a nivel religioso y profano.

Esto siempre, pero hoy de una manera especial, puesto que nos encontramos rodeados de gente, que ha hecho de la Biblia su arma de conquista. Es urgente volver a los orígenes, haciendo de la Biblia la carta magna del ser y quehacer en la Iglesia en su conjunto y en cada creyente.
Que los Maestros de Seminario y los alumnos se acostumbren a llevar siempre la Biblia a las clases de teología, para llenarse de ella, dejarse cuestionar por ella y tomar conciencia de la profunda relación que existe entre lo que se está tratando y la Palabra de Dios.

4.- Teoría y práctica
En todos los aspectos de la vida, no puede haber formación auténtica, si no se conjuga oportunamente la teoría con la práctica. En realidad, no basta "saber" o "conocer" algo; al conocimiento siempre hay que añadir la práctica, es decir, la vivencia de lo que se está aprendiendo. Solamente así el conocimiento surte el efecto deseado.

Por lo tanto, es un grave error decir: "Ahora les enseñamos esto para que mañana lo puedan poner en práctica". No mañana, sino hoy. De otra manera, el aprendizaje se vuelve un puro ejercicio académico, destinado al olvido una vez alcanzado el objetivo deseado, que puede ser el examen con la relativa calificación.

Estando así las cosas, hay mucho que cambiar en todo tipo de formación que se imparte en la Iglesia. Ya no basta "aprenderse" el catecismo para hacer la Primera Comunión o asistir a unas pláticas para poder casarse por la Iglesia o bautizar a los hijos. Hay que complementarlo siempre con una cierta práctica de vida cristiana en la línea de la enseñanza que se está manejando. No basta saber qué es la oración; hay que aprender a orar y así adelante.

Es tiempo de salir del mundo cultural greco - romano, en que se privilegiaba la mente y la razón con relación a la voluntad, el corazón y la acción. Es cierto que "no se ama (y no se hace) lo que no se conoce". Sin embargo, es igualmente cierto que el paso del conocimiento a la acción no es automático. Por lo tanto, como hay que esforzarse por "aprender" algo, igualmente hay que esforzarse por lograr "ponerlo en práctica", comprometiéndose al mismo tiempo a nivel de mente y a nivel de voluntad.

5.- Entrenamiento
Como en todos los demás aspectos de la vida, también en lo que se refiere a la fe se necesita el entrenamiento para que un determinado conocimiento se vuelva operativo. No basta que alguien aprenda las normas de manejo para que pueda manejar; necesita el entrenamiento, es decir, el ejercicio práctico, para que pueda manejar de veras.

Lo mismo en el campo de la fe. No basta "saber" en qué consiste un determinado aspecto de la vida cristiana; se necesita el entrenamiento práctico para que alguien pueda vivir según los conocimientos adquiridos.

Solamente haciendo así, será posible formar al auténtico creyente y futuro pastor de almas. De otra manera nos quedamos en el puro mundo de las ideas y los conceptos, desviándonos del propósito fundamental por el cual el Hijo de Dios se hizo uno de nosotros y dio la vida para salvarnos: "Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia" (Jn 10, 10). Vida, no puros conceptos o conocimientos abstractos.

CONSECUENCIAS PRÁCTICAS
Estando así las cosas, hay mucho que cambiar en todo el sistema formativo, que se maneja dentro de la Iglesia. Veamos solamente algunos de los aspectos más sobresalientes con relación a la formación que se imparte en los seminarios.

1.- Revisar la doctrina
del "ex opere operato"

Sirvió en otros tiempos para dar seguridad al creyente con relación a la validez de los sacramentos, sin fijarse demasiado en la situación personal de los ministros, si eran o no dignos del papel que estaban desempeñando.

De ahí se pasó a sobrevaluar el sentido de la validez de los sacramentos de por sí, en detrimento de su eficacia, que tiene mucho que ver con las disposiciones de los ministros y todos los que están implicados en la celebración de los mismos.

Ahora bien, es tiempo de poner cada cosa en su lugar, dejando a un lado la praxis de celebrar sacramentos al por mayor, sin fijarnos en su eficacia y por lo tanto desperdiciando tiempo y energías, que hubieran podido ser mejor aprovechados haciendo las cosas de manera diferente o dedicándose a otros asuntos.

2.- Reestructurar el método de enseñanza:
doctrina, praxis y perspectivas

Para que las masas católicas salgan del actual bache espiritual en que se encuentran, se necesita que los pastores de la Iglesia, no solamente conozcan los contenidos de la fe y los vivan, sino que estén capacitados para transmitirlos de manera tal que los feligreses los puedan asimilar correctamente y vivir. A ejemplo del médico o el sicólogo, que no están para transmitir conocimientos abstractos acerca de la salud, sino para ayudar a la gente a vivir de una manera sana y satisfactoria.

Ahora bien, ¿cómo lograr esto? Sin duda, el sistema actual de enseñanza, que por lo general se está manejando en la Iglesia, no sirve. En realidad, los maestros se limitan a transmitir los conocimientos teóricos y a cerciorarse si los alumnos los están asimilando adecuadamente, sin preocuparse acerca de su eficacia práctica en orden a su vida personal y su misión como futuros pastores de almas.

¿Qué hacer, entonces? Es necesario cambiar el enfoque. ¿Cómo? Que en todas las áreas de la enseñanza (sacramentos, moral, dogma, devociones populares, objeciones de los grupos proselitistas, etc.), se proceda de la siguiente manera:

- Transmitir la doctrina y averiguar si es asimilada en forma correcta por los alumnos;
- analizar la praxis, es decir, la manera de percibir y vivir dicha doctrina de parte de las distintas categorías de destinatarios, mediante investigaciones de campo, realizadas por los mismos alumnos y supervisadas por los maestros;
- hacer ensayos hasta no encontrar el método más idóneo para que los destinatarios puedan asimilar y vivir plenamente la doctrina que se les está transmitiendo. Evidentemente, en todo este proceso, los primeros en aprovechar los conocimientos, tienen que ser los mismos alumnos.
Tomemos el ejemplo de la doctrina católica acerca de las imágenes. No basta presentarla así como es, teniendo en cuenta las Escrituras, los Concilios y el Catecismo de la Iglesia Católica. Es necesario realizar un trabajo de campo para descubrir cuál es el papel que las imágenes juegan en la vida de nuestra gente. Aclarado esto, hay que ver cómo lograr que las masas católicas lleguen a tomar conciencia del sentido auténtico de las imágenes dentro de la Iglesia, desechando todo sentido mágico o confusión al respecto.

Esto es transmitir la fe, que no tiene nada que ver con la repetición de fórmulas aprendidas de memoria o conocimientos abstractos. ¿Y los riesgos de enseñar la verdad así como es, especialmente cuando la praxis está fuertemente distorsionada por comodidad o intereses creados? Aquí se ve el papel del profetismo al interior de la comunidad cristiana, puesto que nunca faltan aspectos que revisar o corregir dentro de la Iglesia a los distintos niveles.

Lo mismo por lo que se refiere al bautismo de los niños, el matrimonio eclesiástico, la celebración eucarística según determinadas intenciones y tantos asuntos más. Una cosa es la doctrina oficial, que en la práctica conocen y entienden solamente los expertos, y otra cosa es la manera de ver las cosas de parte de las masas católicas. ¿Qué hacer, entonces? ¿Seguir dejándolas en la así llamada "Piedad Popular" o hacer algo para cambiar la situación, ayudándolas a dar un paso en adelante?

Me pregunto: ¿Hasta cuándo seguiremos así? ¿Por qué no tratamos de mover las aguas estancadas, haciendo ensayos concretos para llegar a un catolicismo más auténtico a nivel de masa? Siguiendo con la praxis actual, ¿no corremos el riesgo de dar las perlas a los cochinos y algún día quedarnos con las manos vacías, al vernos abandonados por los católicos más sensibles a los valores espirituales?

¿Hasta cuándo las masas católicas lograrán resistir al embate de los grupos proselitistas, que se están aprovechando de todo para hacer resaltar los vacíos o las distorsiones que estamos dejando en su formación religiosa? ¿O preferimos quedarnos con los brazos cruzados, hasta no verlas totalmente fagocitadas por los lobos rapaces? Por otro lado, si ellos las pueden conquistar, ¿por qué no vamos a poder conquistarlas nosotros, ayudándolas a dar pasos concretos hasta llegar a la plenitud en Cristo y su Iglesia?

ACLARAR
LAS CREENCIAS POPULARES

Es una asignatura pendiente en los programas formativos del católico a todos los niveles, empezando por la formación que se imparte en los seminarios. Me pregunto: ¿Por qué no se trata este tema? ¿Será por descuido, miedo o inseguridad doctrinal? ¿Acaso las autoridades competentes no se dan cuenta del enorme vacío y sentido de incertidumbre, que esta falta de aclaración está dejando en el interior del futuro pastor de almas?

En realidad, el fondo cultural del pueblo latinoamericano es esencialmente indígena. Sus creencias más profundas tienen mucho que ver con aquel mundo. Ahora bien, hay que ver lo que es un simple hecho cultural, para aprovecharlo en la evangelización, y lo que se opone a la fe católica, para corregirlo, aunque esto pueda molestar a los seguidores de la Teología India. De otra manera, nunca se podrá lograr la unidad interior en la mente y el corazón de todo creyente y de una manera especial del futuro pastor de almas, condición indispensable para que pueda vivir serenamente su vida de fe y aspirar a la santidad.

CÓMO ENFRENTAR
LOS PROBLEMAS PASTORALES

Por el tipo de formación que actualmente se imparte en los seminarios, los clérigos nos volvemos muy hábiles en el campo especulativo y torpes en enfrentar las situaciones concretas en el campo de la evangelización. Parecemos más filósofos o teólogos que catequistas o pastores de almas.

En el mundo de las ideas nos movemos con bastante soltura, mientras encontramos mucha dificultad a movernos en el mundo de los hechos, mucho más complejo que el mundo de las ideas y los conceptos.

Es que no contamos con la herramienta necesaria y el relativo entrenamiento para cimentarnos con la realidad en general y en particular con la realidad pastoral. De ahí nuestra manía de querer resolverlo todo mediante documentos y, al no lograrlo, la tentación de refugiarnos en el culto, cargado de ritualismo, o de echarle la culpa a los demás, inventando cualquier pretexto: los nuevos tiempos, el indiferentismo religioso, la falta de compromiso de parte de los laicos, la falta de recursos, etc. Es que nuestro bagaje cultural no nos ayuda a enfrentar situaciones concretas, sino problemas de orden puramente conceptual, como si la tarea evangelizadora de la Iglesia fuera un asunto de puros conceptos o exhortaciones.

En realidad, la preparación que se nos impartió en los seminarios por lo general representó un proceso de transculturación, sacándonos de nuestro mundo real y catapultándonos al mundo imaginario de los siglos pasados, dominados por la lógica y el pensamiento. De ahí nuestra incapacidad para transmitir de una manera adecuada los contenidos de la fe a los feligreses en general y hasta los mismos familiares y amigos, resignándonos a dejarlos en la dichosa "Piedad Popular"; al mismo tiempo, la incapacidad a enfrentar situaciones concretas, buscando soluciones precisas.

Ahora bien, si queremos dar un paso significativo en la tarea evangelizadora de la Iglesia, necesitamos dejar a un lado el estilo áulico y filosófico- teológico, que permea el mundo cultural eclesiástico, hecho de palabras y conceptos altisonantes, tópicos y generalidades, y aterrizar en el mundo real, aprendiendo a enfrentar y solucionar los problemas pastorales concretos, como son la vivencia y preservación de la fe y su transmisión a las nuevas generaciones, teniendo en cuenta el fenómeno del proselitismo religioso, la escasez de ministros ordenados, etc.

APRENDIZAJE Y UTILIZACIÓN
DEL LENGUAJE CULTURAL ACTUAL

Para lograr esto, necesitamos revisar todo el itinerario formativo de los seminaristas con sus contenidos, no circunscribiendo su formación al ámbito estrictamente filosófico y teológico al estilo medieval, sino abriéndonos al rico mosaico cultural actual, cambiante y menos preciso, pero al mismo tiempo más sugerente, atractivo y comprensible.

1.- Programas diferentes
Que se definan con claridad los programas de estudio para los futuros pastores de almas y los programas para los que se vayan a especializar en filosofía o teología, dejando a un lado la manía de querer proporcionar a todos los alumnos títulos académicos reconocidos por los gobiernos, al terminar el curriculum normal de los estudios filosóficos y teológicos. En este caso, que se trate de una licenciatura en Ciencias Religiosas, más que en filosofía o teología, con el riesgo de abaratar las cosas o concentrarse demasiado en aspectos marginales, que tienen poco que ver con la formación de un verdadero creyente y futuro pastor de almas.

Los que quieran especializarse en filosofía o teología, que primero cursen los programas normales para una auténtica vida cristiana y un ejercicio correcto del ministerio, y después que se dediquen a su especialidad. Que todo se haga a su tiempo, sin querer quemar etapas. Primero creyente y pastor de almas; después, para los que tengan capacidad y ganas, la especialización, que puede ser en filosofía, teología o cualquier otra materia.

De todos modos, tiene que ser diferente la misma manera de presentar los contenidos: cuando se trata de preparar a los que se van a especializar en algo, se tiene que presentar los contenidos en una perspectiva más científica, con todos los relativos tecnicismos; cuando, al contrario, se trata de preparar al creyente y futuro pastor de almas, hay que insistir en los aspectos más prácticos, que miren directamente a la vida cristiana, dejando a un lado todo lo que, en lugar de ayudar, puede confundir a los alumnos o llevarlos hacia un peligroso relativismo doctrinal y moral.

Esta manera de actuar, entre otras ventajas, tendría la de despejar el camino hacia el ministerio ordenado para gente, muy identificada con los valores de la fe, pero al mismo tiempo poco apta para la especulación.

2.- Lenguaje accesible a los destinatarios
Teniendo en cuenta lo anterior y contando con más tiempo a disposición, habría que reestructurar los programas formativos, complementándolos con lo que es propio de la cultura actual: sicología, sociología, ciencia de la comunicación, literatura, arte, oratoria, etc. Además, habría que entrenar a los alumnos a expresar los contenidos de la fe según las categorías de la cultura actual, más accesible a los destinatarios.

En realidad, en esto consiste el lenguaje cultural, no en transmitir una misa por radio o televisión, o por contar con un periódico católico, sino en transmitir el mensaje, manejando adecuadamente el lenguaje propio de cada medio y tratando de ser lo más posible eficaces en cuestionar, impactar, sugerir y crear una mentalidad o conciencia según los valores del Evangelio.

Aquí está precisamente nuestro fracaso pastoral, en querer transmitir los contenidos de la fe mediante el catecismo, los tratados teológicos o los demás documentos de la Iglesia, manejando un lenguaje poco entendible para la gente de hoy y basándonos siempre en la razón, categoría que por lo general actualmente no goza de mucha simpatía.

Me pregunto: ¿Qué tal si empezamos a manejar el lenguaje cultural actual del cine, la televisión, el teatro, el periodismo, la novela, el cuento, la poesía, etc.? La competencia y nuestros adversarios de turno lo están haciendo, con un éxito que está a la vista de todos. ¿Por qué no intentar hacer lo mismo también nosotros, empezando desde la formación que se imparte en los seminarios? ¿Por qué no pensar en acondicionar en cada seminario un estudio de grabación, bien equipado, donde los alumnos puedan entrenarse a transmitir la enseñanza en el lenguaje propio de la radio, la televisión y el cine?

INVESTIGACIONES
Es otro aspecto en que nos encontramos en pañales, como institución. Todo se decide por acuerdo o decreto, sin ningún soporte científico, basado sobre datos concretos, oportunamente analizados. Normalmente, si queremos alguna información acerca de un determinado aspecto del factor religioso en la sociedad, tenemos que acudir a las investigaciones realizadas por alguna universidad o institución privada o gubernamental.

¿Y nuestras instituciones? Brillan por su ausencia. Nada concreto acerca de cómo el factor religioso es visto y vivido dentro y fuera de la Iglesia. Lo que tiene son un montón de documentos, en que se habla de apertura, respeto, diálogo, indiferentismo religioso, falta de fe, etc. Palabras, conceptos, quejas y exhortaciones. Nada de investigación seria, nada de datos concretos, nada de análisis, nada de experimentación. Todo a la buena de Dios, presentando por lo general una realidad religiosa maquillada, según los gustos, los humores del momento o los deseos de los interesados.

¿Y así pensamos poder salir del actual bache pastoral en que nos encontramos, tratando de responder a los nuevos retos que mano a mano se nos van presentando y así frenar el éxodo de nuestros feligreses hacia otras opciones religiosas? ¿Así podemos hablar seriamente de la Nueva Evangelización? Que quede bien claro: ninguna institución puede tener éxito, sin el soporte de una buena investigación, un atento análisis y una oportuna experimentación.

Ahora bien, ¿cuál sería mi sugerencia al respecto? Que cada seminario, instituto teológico o universidad católica pueda contar con gente experta en la investigación, encargada de constituir un banco de datos, útiles para enfrentar seriamente el problema de la evangelización en los distintos sectores o regiones. Evidentemente los alumnos podrían aprovecharlo para sus tareas y al mismo tiempo alimentarlo mediante sus aportaciones.

¿Y LA JERARQUÍA?
Aquí está el punto débil de todo el sistema eclesiástico: un concepto mágico acerca del papel de la jerarquía en la Iglesia, como si hubiera una línea directa entre el Espíritu Santo y cada miembro de la jerarquía.

Hay que distinguir claramente entre la obediencia que se le debe y el monopolio de la verdad. Pues bien, nadie tiene el monopolio de la verdad, especialmente cuando se trata de asuntos de tipo pastoral. Nadie tiene el monopolio de la intuición, la creatividad o el profetismo.

¿Y si con eso molesto a ciertas personas "influyentes"? ¿Y si me equivoco? ¿Y si me censuran o paran en seco? ¿Y si me quitan el cargo? ¿Y la carrera? Conclusión: mejor me quedo callado para evitar problemas. Según mi opinión, aquí está el verdadero problema: falta de humildad ante el posible fracaso o temor a despertar envidias, con las relativas consecuencias del chantaje o la represalia, corriendo el riesgo de esconder los talentos recibidos; deseo de poder, pereza mental, flojera y comodidad.

Ni modo: ésta es nuestra realidad humana. Por otro lado, no hay otra salida. En todo hay que saber arriesgar. Por lo menos, hasta la fecha ésta ha sido mi experiencia personal al respecto y puedo afirmar con toda seguridad que, en resumidas cuentas, por lo general me ha ido bien, aunque a veces no han faltado momentos de incertidumbre, duda o tensión a causa de posibles represalias de parte de los afectados.

CONCLUSIÓN
Aquí están algunas inquietudes acerca de ciertos cambios que, según mi opinión, sería urgente aportar en la formación de los futuros pastores de almas. Ojalá que en algo puedan ayudar para una reflexión serena y objetiva acerca de este asunto, que sin duda merece la máxima atención y el máximo cuidado de parte de toda la comunidad eclesial y de una manera especial de parte de cuantos estamos llamados a colaborar directamente en la formación de los futuros pastores de almas.

Que el Señor nos bendiga a todos y nos conceda sabiduría y fortaleza para enfrentar con sentido de compromiso y espíritu de apertura los nuevos retos que se presentan a nuestra misión como formadores de las nuevas generaciones, que se aprestan a darnos el relevo en el pastoreo de nuestras comunidades.

Unidos siempre en la oración y en la búsqueda de los verdaderos intereses del Reino de Dios.

ATENTAMENTE.
Su devmo. en Cristo,


P. Flaviano Amatulli Valente, fmap

miércoles, 17 de octubre de 2007

APARECIDA: UN DOCUMENTO NO OPERATIVO.


APARECIDA:
UN DOCUMENTO NO OPERATIVO.


Un enfoque correcto con muchas pepitas de oro.
Pero todo se diluye en un montón de temas y páginas.
Solución: un Concilio Latinoamericano.
Por etapas y operativo.
Tomando acuerdos concretos sobre temas específicos.
Unos diez años de intensa actividad antes de la celebración.
Con la participación de todas las fuerzas vivas de la Iglesia.
Entrevista al p. Flaviano Amatulli Valente, fmap.
Por la Redacción.

Un enfoque correcto
- Padre Amatulli, ¿qué opina acerca del Documento de Aparecida?
- Muy bueno por lo que se refiere al tema central. Por fin llegamos a lo nuestro: "hacer discípulos y misioneros de Cristo". Todo lo demás tiene que ser un reflejo de esta realidad. Al contrario, si no trabajamos en lo nuestro, ¿cómo vamos a poder transmitir a toda la sociedad los valores cristianos?

Ahora bien, ¿dónde está el problema? En que todo esto se diluye en un montón de temas y páginas, que dejan a uno como mareado. En realidad, no se trata de un documento operativo. Aquí se ve la mano de los seguidores de la teología de la liberación, que no logran reubicarse en el nuevo contexto histórico y tratan de recuperar en los documentos lo que perdieron en el terreno de los hechos.

Una realidad eclesial maquillada
- El Documento de Aparecida ¿presenta nuestra realidad eclesial así como es?
- Según mi punto de vista, el Documento de Aparecida no presenta la realidad eclesial así como es, sino una realidad eclesial maquillada. Por aquí y por allá de vez en cuando aparecen cuadros, en que se dibujan algunos aspectos de la realidad eclesial, acompañados por señales de alarma, pero pronto todo se esfuma en un discurso doctrinal, exhortativo y paternalista.

Me hubiera gustado un documento más claro y preciso acerca de nuestro catolicismo, que se encuentra como empantanado, sin metas ni estrategias precisas, acosado por un proselitismo religioso inmisericorde, sin ninguna protección de parte de los pastores, enfrascados en un malentendido ecumenismo y diálogo interreligioso, que se resuelve en puras buenas intenciones y mucha palabrería. Y mientras nosotros soñamos en un mundo imaginario de apertura y diálogo, nuestra gente es atacada, confundida y arrastrada hacia todo tipo de creencia.
Ahora bien, ésta es la realidad que yo quisiera ver reflejada en el Documento. Pues no. Se sigue hablando de ecumenismo y diálogo interreligioso, como si viviéramos en el país de las maravillas.
Intelectualismo
- ¿Dónde está la razón de todo esto?

- En el tipo de formación que tienen los pastores de la Iglesia, una formación esencialmente de tipo filosófico – teológico, que permite un buen manejo de los conceptos y no forma para enfrentar situaciones concretas. Por eso, todo se resuelve en documentos, que por lo general no son operativos.

Para cualquier asunto, sale un documento. Todos hacen documentos: el papa, las conferencias episcopales a todos los niveles y cada obispo. Y las conclusiones son siempre de tipo intelectual, que expresan la propia incapacidad a enfrentar los problemas de raíz y ofrecer propuestas concretas de solución.

Por ejemplo, con relación al proselitismo religioso, normalmente ¿cuál es la respuesta más común de parte del clero? Que, en lugar de señalar qué hacer para fortalecer la fe del católico y ayudarlo a no caer en las redes de los lobos rapaces, por lo general se salen con consejos paternalistas acerca del respeto que se debe hacia las demás expresiones religiosas, la necesidad del diálogo y tantas cosas más, que no tienen nada que ver con la situación concreta en que se encuentra el católico.

Y cuando se va más a fondo del problema, sacan principios de orden teológico, que, en lugar de ayudar a resolver el problema, lo complican más, debilitando aún más la voluntad de los que quisieran hacer algo: que la salvación es un don de Dios, que en el fondo todos buscamos al mismo Dios, etc. Ni modo. Por su misma formación, buscan siempre soluciones de tipo intelectual, no práctico.

Por lo tanto, si queremos enfrentar seriamente los problemas eclesiales, necesitamos cambiar el enfoque en la formación de los pastores de la Iglesia.

Una cultura diferente
- Por lo visto, se trata de un asunto muy serio.
- Claro que se trata de un asunto muy serio. En el fondo, se trata de empezar a pensar y actuar con los pies bien puestos en el mundo en que vivimos, con una cultura muy diferente de la que se maneja actualmente en la formación de nuestro clero, que es esencialmente medieval, hecha de conceptos.
Hoy se trabaja con la investigación y el entrenamiento, mediante planes concretos de acción y con metas bien precisas. Además, se impacta con la poesía, el arte, la novela, el cuento, el testimonio, la película, el teatro, etc. Nadie se convierte a raíz de un razonamiento de tipo filosófico a secas o acompañado por un sinfín de silogismos. Por lo tanto, es importante revisar por completo la manera de formar a los futuros pastores de almas, con programas de estudio más equilibrados, que no sean casi totalmente filosófico – teológicos. Y que contemplen también la práctica, aparte de la teoría.

Seguridad en la fe
- ¿Qué hay que hacer para que el católico hoy en día se sienta seguro en la fe?
- Hay que cambiar todo el sistema formativo del mundo católico, empezando por los seminarios. Que todo sea fundamentado en la Biblia y mire a fortalecer la fe del católico, de manera tal que se sienta seguro en el mundo plural en que vivimos y no claudique ante el acoso de los grupos proselitistas. Toda la catequesis presacramental tiene que ser impregnada de Biblia y apologética.

Además, que cada católico pueda ser atendido personalmente, dejando a un lado la idea generalizada de la Iglesia como agencia de ceremonias. En realidad, ¿qué es lo que está pasando? Que en la práctica el clero, después de tanto tiempo dedicado al estudio de la filosofía y la teología, se dedica al culto y nada más, descuidando la evangelización y el pastoreo, puesto que el mismo tipo de formación que recibió en el seminario dificulta la comunicación con la gente, por ser demasiado abstracto y conceptual.

Hacia un Nuevo Modelo de Iglesia
- Evidentemente, todo esto implica cambios muy profundos en la Iglesia.

- Claro que sí. Por eso hablamos de un Nuevo Modelo de Iglesia o paradigma, superando poco a poco el actual modelo, que se gestó en un régimen de cristiandad. Viviendo en una sociedad plural y por lo general hostil a los valores cristianos, habría que buscar inspiración en las primeras generaciones cristianas, gozando de la misma libertad para crear nuevas estructuras pastorales, según las situaciones concretas de cada lugar.

En el Documento de Aparecida, por ejemplo, se habla muy bonito de la Eucaristía, pero no se dice nada acerca de la situación concreta en que viven tantas comunidades católicas, que quedan sin Eucaristía por largo tiempo por falta de presbíteros. Son tales los requisitos que se exigen para acceder al presbiterado, que no se prevé ninguna solución plausible en el futuro.

Ahí están las consecuencias de este tipo de formación: pura teoría, sin fijarse en la situación real en que se encuentra el pueblo católico, sumido en la sí llamada "Religiosidad Popular", muy débil y desanimado por no tener acceso a una vida cristiana auténtica mediante los auxilios propios que ofrece la fe católica. Se habla muy bonito de la excelencia de la fe católica, pero a la mera hora la mayoría de los católicos se quedan en la periferia, alimentándose de las migajas que caen del banquete de los instalados y satisfechos.

Un Concilio Americano o Latinoamericano
- ¿Qué sugiere para acelerar el cambio que necesitamos?

- Sustituir el formato de las Conferencias Generales del Episcopado Latinoamericano por un Concilio Americano o Latinoamericano, en que participen todas las fuerzas vivas de la Iglesia y se logren acuerdos concretos sobre puntos específicos. Que sea por etapas, dure unos 10 años y se concluya con la celebración del Concilio propiamente dicho.

Ya basta de hacer un listado de temas, exhortaciones y buenas intenciones. Es tiempo de dar un rumbo a la Iglesia Latinoamericana. De otra manera, corremos el riesgo de que en pocos años el Continente de la Esperanza se vuelva en el Continente de la Pesadilla, perdiendo más de la mitad del pueblo católico.

Extracto del Documento de Aparecida
- ¿Dónde podemos encontrar estas ideas, expresadas con más amplitud?
- En el folleto "Extracto del Documento de Aparecida", que acabo de publicar. Se trata de un "Proyecto Operativo", teniendo en cuenta la situación en que se encuentran las masas católicas ante el acoso de los grupos proselitistas con miras a la creación de nuevas estructuras pastorales, que le permitan a la Iglesia cumplir con su misión evangelizadora.

También puede servir el libro "Hacia un Nuevo Modelo de Iglesia", en que se analiza la realidad eclesial y se sugiere un nuevo paradigma, buscando la inspiración fundamental en la experiencia de las primeras generaciones cristianas.

- Muchas gracias, padre, por haber aceptado la entrevista. Ojalá que sus deseos algún día puedan volverse realidad.

En Nicaragua crecen los grupos proselitistas

En Nicaragua crecen los grupos proselitistas,
mientras los católicos disminuyen



En Nicaragua, como en el resto del continente americano, se notan estas tres tendencias: los católicos disminuyen, los grupos proselitistas avanzan y el indiferentismo religioso crece aceleradamente.

Por Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
http://zarazuacampa.blogspot.com



Incremento de los grupos proselitistas
y del indiferentismo religioso

El VII Censo de Población y IV de Vivienda de Nicaragua reveló que el 15,7% de los nicaragüenses declaró no pertenecer a ninguna religión, mientras que los católicos siguen siendo una mayoría. Según la información publicada en el diario nicaraguense La Prensa por los periodistas Nohelia González y Emiliano Chamorro, los grupos que profesan otro credo distinto al católico han experimentado un incremento en los últimos años.

La Iglesia católica, reducida a un 57%
Un 57% de los nicaragüenses que respondieron la encuesta de CID-Gallup, realizada entre el 6 y el 11 de enero de este año, dicen profesar la religión católica. Cid Gallup señala que la mayoría de la población adulta del país se identifica con la Iglesia católica, pero destaca el crecimiento que han tenido las iglesias de otro credo. "Los feligreses católicos están concentrados en las ciudades cabeceras del país, tienden a ser mayores de 40 años y tener por lo menos algunos estudios universitarios", señala la encuesta. En Managua el 50% declara ser católico, 63,9% en las cabeceras departamentales y el 58% de los nacionales en el resto del país.

El 28 % de los nicaragüenses
se declara evangélico

El sector de los evangélicos ha ganado terreno en Nicaragua, en el sector de los capitalinos y en el grupo de las personas con estudios de primaria y secundaria. Tres de cada diez nicaragüenses (un 28%) se declaran evangélicos, según la encuesta de CID-Gallup. Esta tesis se confirma con los resultados del VII Censo de Población y IV de Vivienda realizado por el antiguo Instituto Nicaragüense de Estadísticas y Censos, hoy Instituto Nacional de Información para el Desarrollo, donde se muestra que en el término de diez años, entre el censo de población realizado en 1995 y el de 2005, la población que se declara evangélica aumentó en cerca de siete puntos porcentuales, al pasar de 15,1 en 1995 a 21,6% en 2005. Según el Censo 2005, en este mismo período los católicos experimentaron un descenso de 14 puntos porcentuales al pasar de 72,9 en 1995 a 58,5% en 2005.

Según los resultados de la encuesta de CID-Gallup, el 33,5% de los capitalinos dicen ser evangélicos, 22,3% de los que residen en las cabeceras departamentales y 28,1% de los habitantes del resto del país. Doce de cada cien adultos indica que no profesa ningún credo religioso. Esta respuesta es más frecuente entre hombres y adultos jóvenes (16 a 24 años), indica CID-Gallup. Cifras similares de pobladores indicaron ser mormones, adventistas y luteranos (0,1%). Moravos y testigos de Jehová declararon serlo el 0,2%, respectivamente. El censo señala que los moravos mantuvieron su presencia en el país con el 1,6%, los testigos de Jehová son el 0,9% de la población y otras denominaciones constituyen el 1,6% de la población.

Perspectiva evangélica:
Triunfalismo, investigación de campo y proselitismo sistemático

A criterio del reverendo Mauricio Fonseca Pereira, presidente ejecutivo de la Alianza Evangélica Nicaragüense (Aenic) la encuesta es positiva porque reconoce el crecimiento del pueblo evangélico en el país, sin embargo, señala que no concibe los argumentos del Instituto Nicaragüense de Estadísticas y Censos (INEC) cuando asegura que de 1995 a 2005 los cristianos evangélicos sólo han crecido un 3%. "Yo no me explico eso porque la iglesia cristiana evangélica está experimentando un crecimiento tremendo producto del trabajo del esfuerzo y producto de permitirle al Espíritu Santo que él se glorifique, y también nosotros los cristianos evangélicos tenemos una liturgia alegre, dinámica y porque también nos movemos en todas las áreas, sean sociales y económicas", afirmó Fonseca.

Explicó que en 2003 la Alianza Evangélica Nicaragüense realizó en conjunto con un organismo internacional llamado Amanecer un estudio sociorreligioso, que arrojó que los cristianos evangélicos representan del 28 al 35% a nivel nacional. "El crecimiento evangélico va en aumento (…) Estamos creciendo porque creemos en Jesucristo", afirmó el líder evangélico.

Como puede verse, se trata de un ejército que avanza sin que nadie oponga resistencia, por lo que hay pocas perspectivas para el diálogo ecuménico, la única "receta" que recomiendan los teólogos y pastoralistas católicos.

Perspectiva católica:
Desconocimiento real del problema
y recurso a falacias
Por su parte, el sacerdote católico Rolando Álvarez, portavoz de la Arquidiócesis de Managua, dijo desconocer las cifras oficiales de la encuesta de la CID-Gallup y el INEC, y aclaró que lo que sí ha visto es una proliferación de sectas y nuevos movimientos que tienen diferentes causales, sobre todo de posiciones socioeconómicas, menos por principios de fe.

Álvarez afirmó que una de las causas de la proliferación de las sectas obedece a la "infiltración que sufre la Iglesia católica de muchas sectas parásitas". Sobre el descenso de la Iglesia católica tal a como lo determina el censo del INEC, Álvarez concluyó que habría que ver cuáles fueron los parámetros y criterios usados por ambos estudios. Álvarez dijo que la Iglesia católica en América Latina está reflexionando seriamente sobre el fenómeno de las sectas.

Las opiniones vertidas por el sacerdote católico revelan la poca seriedad que se tiene todavía en la Iglesia católica para analizar la problemática del proselitismo religioso, pues no se hacen investigaciones de campo, que permitan conocer el fenómeno y enfrentarlo con mayor realismo. Al mismo tiempo se notan los lugares comunes para justificar la vertiginosa caída del catolicismo: se piensa que todo depende de causas socioeconómicas, cuando se trata de causas eminentemente pastorales. En efecto, las estructuras de la Iglesia están agotadas, pues no permiten atender y formar adecuadamente al católico, que fácilmente abandona la Iglesia.

Conclusión
Es tiempo de reflexionar seriamente sobre los desafíos que plantea el creciente proselitismo religioso y el éxodo incontenible de católicos hacia las más variadas propuestas religiosas.
Hay muchas cosas que andan mal en la Iglesia. El libro "Hacia un Nuevo Modelo de Iglesia" puede darnos pistas para enfrentar con seriedad la atención pastoral de todos y cada uno de los católicos. ¿Quieres obtenerlo?
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El proselitismo religioso en mi pueblo


El proselitismo religioso en mi pueblo

Lo que pasó en mi pueblo, pasó también en muchos pueblos más y también puede pasar en tu pueblo. ¿Qué esperas para moverte y hacer algo para que esto no suceda?

Por Marciano Agustín Sánchez.



Todos unidos en la fe católica
En mi pueblo, cuentan los abuelos, hace muchos años que toda la gente era muy católica, todas las familias estaban unidas y se ayudaban en todas las necesidades y trabajos que tenían: faenas para la capilla, para la limpia de caminos, fiestas patronales y tantas cosas más.
Todos iban a la capilla o iglesia y hasta de pueblos muy distantes, caminaban horas y horas. ¡Era muy hermoso asistir a la Santa Misa, al Santo Rosario y a toda clase de actividades que se hacían en la capilla! No había división de ninguna clase. No había ningún protestante o hermano separado. Todos eran católicos.

Llega la división
Pero un día, llegaron a nuestra comunidad un grupo de personas extrañas al pueblo. Traían trajes, corbatas, lentes y con la sonrisa en la boca. Llegaron en dos camionetas repletas de personas y empezaron a bajar y a organizarse en grupos para visitar todas las casas del pueblo. Se veían seguros en sus propósitos y convencidos de que iban a tener éxito. El pueblo no sabía lo que le esperaba.

Decía el mandamás: -Ustedes se van por esta manzana y ustedes por esa otra-. Y así fue ordenando. -Y nosotros dos visitaremos el centro.

Así, de dos en dos, se fueron regando; no dejaron ninguna casa, a todas las visitaron sin distinción; en el término de tres horas ya habían concluido su labor; se veían contentos, pues habían logrado la simpatía de muchas personas de mi pueblo.

Les habían hablado muy bonito, de cosas que nunca habían oído y además los trataban con mucho cariño y amabilidad y les regalaban cosas (ropa, juguetes, útiles para la escuela, etc.) Y luego regresaron a los pueblos de donde habían ido.

Muchos de mi pueblo se dejaron convencer y se unieron a ellos; dejaron de colaborar con el pueblo, y ni se preocuparon e interesaron por el bien de la comunidad, pues, decían, esas eran cosas del mundo y ellos creían en Dios y en Jesús, por lo tanto ya no se consideraban miembros de mi pueblo.

Desinterés
Entonces el catequista organizó una reunión con carácter de urgente. Llamó a todo el pueblo de manera que no faltara ninguno. En esa ocasión, faltó el 20 % del pueblo. Y al ver que faltó un buen número dijo a los que estaban presentes:

-Estimados hermanos: Como ustedes ven, esta gente que ha venido a nuestro pueblo, ya nos está comiendo el mandado; nos está dividiendo. Tenemos que hacer algo. No podemos quedarnos indiferentes ante lo que estamos viendo con nuestros propios ojos.

Pero la mayor parte de los jefes del pueblo le respondieron: -Tú estás alarmando al pueblo antes de tiempo. Además, si la gente del pueblo ya no quiere venir a nosotros y quiere unirse a esa gente, pues que lo haga. Déjalos que se vayan, están en su derecho; no se lo vamos a impedir. Además, todos buscamos al mismo Dios, no hay ningún problema. Ellos tienen todo el derecho a enseñar.

Entonces el catequista les contestó: -Así que, según ustedes, esa gente tiene más derecho que nosotros a enseñar a nuestro pueblo. ¡Qué bonito! No sólo tenemos derecho: ¡es nuestra obligación! ¡Ay de nosotros si no hacemos algo por advertir al pueblo acerca del peligro que corre! Tenemos que hablar claramente sobre los daños que puede causar esta gente e instruir al pueblo de una forma adecuada, para que no lo engañen. ¿No ven que poco a poco van a lograr que la gente les haga caso, y se vaya con ellos, así como pasó con nuestros hermanos que no vinieron a esta reunión?

Entonces los jefes del pueblo dejaron al catequista con la palabra en la boca y se fueron a sus asuntos particulares. No les interesaba la situación que estaba pasando el pueblo.

Pasó el tiempo y al cabo de tres mases volvieron las personas extrañas al pueblo, pues había personas del pueblo que les estaba esperando. Y empezaron su tarea: visiteo casa por casa, sin dejar ninguna familia, hasta llegaron a la casa de los jefes del pueblo y se fueron muy contentos.

Pero el catequista estaba alerta. En esa ocasión, volvió a reunir al pueblo y vio con tristeza que faltaron algunos jefes del pueblo. Era evidente que ya estaba viéndose el trabajo de esa gente que estaba visitando el pueblo. Fíjense que hasta algunos jefes del pueblo ya se habían dejado engañar.

Entonces el catequista tomó la palabra y dijo: -Como ustedes se dan cuenta, ahora faltan algunos jefes del pueblo. Esa gente que viene se está llevando a nuestros hermanos en nuestras propias narices. ¿Qué más queremos para damos cuenta que se trata de una guerra declarada?

En esa ocasión algunos jefes del pueblo le hicieron caso y le dieron la razón y otros se dejaron guiar por el orgullo y despreciando al catequista se fueron, no les interesaba el bien del pueblo, sino su tranquilidad. No querían preocupaciones de ninguna clase.

Casa por casa
Entonces el catequista dijo a los jefes del pueblo que se quedaron: «Estimados hermanos, no deben decepcionarse por esta forma de actuar de parte de nuestros hermanos. Esperamos que el tiempo nos dé la razón. Nosotros, mientras tanto, debemos actuar y hacer lo que esté de nuestra parte.

Primero hay que organizarse e instruir al pueblo, segundo. Vamos a tomar el método que emplearon los que vinieron a dividir a nuestro pueblo. Tenemos que visitar a todas las familias, casa por casa y manzana por manzana, sin dejar ninguna. Dialogaremos con las personas del pueblo en sus casas. Ya que no quieren venir con nosotros, nosotros iremos a ellos, como dice el refrán: «Si la montaña no viene a Mahoma, Mahoma va a la montaña.» Por eso iremos y les expondremos las grandes riquezas espirituales que poseemos y que nos legó el Dios todopoderoso en su Hijo Jesucristo y en la Iglesia fundada por Él, la Iglesia católica.»

Regreso
Y empezó la gran aventura: Evangelizar a las personas en sus propias casas, familia por familia, Y así, poco a poco, muchos de los que se habían alejado del pueblo y de la Iglesia empezaron a regresar. Otros se dieron cuenta del gran error en que habían caído pero les daba vergüenza regresar al pueblo. Otros ya estaban dañados y no quisieron regresar por odio al pueblo. Uno que otro de los jefes del pueblo que se habían ido, regresaron y son muy felices. Algunos, por interés o por vergüenza, no han regresado.

Cuando los jefes del pueblo vieron que el trabajo del catequista daba resultados evidentes, lo pusieron al frente de todos los catequistas y maestros en religión y en la defensa de la fe del pueblo de Dios.

El catequista, viendo el éxito de la labor, fue organizando por todos los pueblo a personas y a catequistas para que estuvieran capacitados en la problemática que estaban viviendo en todos los pueblos y comunidades, para así ayudarlas adecuadamente y darles a conocer su propia identidad, de manera que nadie los engañara tan fácilmente, ni los hiciera dudar de su fe, sino que estuvieran firmes en sus propias convicciones.

Fortalecer la fe
Así, aunque había muchos que andaban engañando al pueblo y de las más variadas creencias, el catequista y sus colaboradores lograron parar el avance de los grupos proselitistas y estabilizar a los que estaban dudando y fortalecer a los demás miembros del pueblo de Dios. A los que estaban pensando abandonar al pueblo, lograron que permanecieran en él firmes y seguros, de manera que ya nadie los hiciera dudar de lo que tenían.

La misión de los que se prepararon para orientar al pueblo de Dios y visitar a las familias de mi pueblo ha tenido mucho éxito y la fe se fortalece.

Hay muchos que se salieron del pueblo que ya están regresando a la Iglesia y se sienten felices de estar otra vez en casa. Se nota a leguas el trabajo del catequista y él, a su vez, se alegra juntamente con los que regresan y ve que sus sudores no han sido en vano.

Eso me alegra, pues mi pueblo ya está preparado y no fácilmente se deja engañar. Ahora muchos conocen la Palabra de Dios y la respuesta a los cuestionamientos de los grupos proselitistas.

Ahora buscan las cosas de Dios en la Iglesia católica y no en grupos humanos que no vienen de Cristo. Ahora escuchan con atención las orientaciones de los catequistas, apoyan en todas las labores y faenas de la comunidad, sabiendo que es a Cristo al que están sirviendo al servir a los hermanos necesitados.

¡Que Dios bendiga y acompañe al catequista que ayudó a mi pueblo a salir de la situación tan dura en que había caído!

LA BIBLIA PEREGRINA

Desde Italia

LA BIBLIA PEREGRINA

Una manera sencilla
de llevar la Biblia a todas las familias.


Por Hna. Julia Valencia Márquez, imap


En la Cuaresma 2007 hemos iniciado en Italia la experiencia de llevar la Biblia a las familias con la iniciativa "La Biblia Peregrina", como ya se hace en México y en otros países de América Latina.

Antes de la Cuaresma presentamos esta iniciativa a Don Franco Fragalà, párroco de San Teodoro en Lamezia Terme (Calabria), donde estamos presentes algunas hermanas apóstoles de la Palabra. Después de algunos días de reflexión, Don Franco aceptó gustosamente nuestra propuesta.

Finalidad
El objetivo principal de la iniciativa "La Biblia Peregrina" es despertar en las familias y en todas las personas el interés y el amor por la Palabra de Dios mediante el contacto personal y directo con el Libro sagrado, quitando la barrera creada por la ignorancia. Deseamos que, poco a poco, las personas se arriesguen a descubrir las grandes riquezas que los cristianos tenemos en la Palabra de Dios, el más grande de nuestros tesoros, desconocido ahora por la gran mayoría del pueblo católico.

Nunca es tarde para comenzar a alimentarse seriamente con el alimento que verdaderamente nutre y fortifica nuestra fe y que nos permite conocer y valorar mejor el centro de la fe católica, que es la Eucaristía.

Desarrollo
Desde el primer día de la Cuaresma hemos comenzado a llevar la Biblia a las casas donde estuvieron dispuestos a acogerla. Cada día por la tarde se llevaba la Biblia a una casa, donde esperaban las personas que la recibirían. Una vez allí, se hacía la entronización del Libro sagrado y se iniciaba la oración con la participación de los familiares más cercanos y los vecinos de la familia.

Se rezaba un salmo y, a continuación, se seguían algunos pasos para comprenderlo y saborearlo. Se continuaba con algún canto apropiado y la lectura y reflexión de algún pasaje bíblico significativo.

Casi siempre estuvo presente Don Franco para guiar la reflexión del Evangelio y motivar la participación de los presentes. Después se presentaban las peticiones comunitarias, según las necesidades de la familia y los asistentes, se compartía el saludo de la paz y se concluía con la bendición y el canto final.

Algunas impresiones
La iniciativa ha sido muy interesante para muchas personas, pues han vivido la experiencia de saborear un momento de oración con la Biblia en sus hogares y de tener la primera visita del párroco, desde su llegada a la parroquia hace once años.

Las personas que han acogido a "La Biblia Peregrina" han quedado muy contentas y sumamente interesadas en conocer mejor la Biblia. Muchos han aprovechado para comprar su propio ejemplar de la Biblia y para muchos fue la ocasión para empezar a utilizarla.
Conclusión
Hemos notado que ésta y otras sencillas iniciativas que tenemos los Apóstoles de la Palabra para dar a conocer la Biblia son muy eficaces para acercar a tantas personas y familias, que verdaderamente tienen sed de este importantísimo alimento espiritual.

Que el Señor nos ayude a encontrar a personas dispuestas a enamorarse profundamente de su Palabra, capaces de ser fermento para que esta sencilla iniciativa, comenzada en México, pueda llegar a tantas diócesis y parroquias de Italia, en las que la Palabra de Dios aún no ha llegado con toda su fuerza y alegría misionera.

Apologética en la Catequesis Presacramental

Apologética
en la Catequesis Presacramental


Cuando en la Iglesia se habla de catequesis, se trata de "una educación en la fe de los niños, de los jóvenes y adultos que comprende especialmente una enseñanza de la doctrina cristiana, dada generalmente de modo orgánico y sistemático con miras a iniciarlos en la plenitud de la vida cristiana" (CT 18).

Pues bien, uno de los retos de la catequesis actual es, precisamente, la de formar de tal manera al católico que éste tenga también el sentido de pertenencia a la Iglesia y no la abandone fácilmente como ocurre en la actualidad. El drama de nuestro tiempo es que casi todos los bautizados pasan por las aulas de catequesis y muchos de ellos están abandonando la Iglesia para integrarse a los más variados grupos proselitistas, o tienen un sinfín de dudas relacionadas con la fe católica.

He aquí lo que dijo recientemente Mons. Carlos Aguiar Retes, obispo de Texcoco (México), presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM):
«El paso de una persona de religión católica a otros grupos religiosos, obedece en gran medida a que no se tiene formación religiosa adecuada y no descubre en los espacios pastorales una señal de identidad que le haga sentirse parte de la Iglesia misma. Más que pelearnos con las otras formaciones religiosas, debemos fortalecer la acción pastoral con nuestra propia feligresía.»

Por eso los Apóstoles de la Palabra proponemos Biblia y Apologética desde la catequesis presacramental. Así se va forjando al nuevo tipo de católico, bien arraigado en la Palabra de Dios y con la frente alta ante cualquiera que intente atacarlo o confundirlo. Un católico bien alimentado espiritualmente y capacitado para enfrentarse a cualquier peligro relacionado con la fe. Un católico con seguridad y dignidad, que respeta a todos y exige respeto de parte de todos.

No se trata de enseñar a pelear a los católicos con aquellos que no comparten nuestra fe. Esta nunca ha sido la intención de los Apóstoles de la Palabra. De hecho, nunca ha sido publicado ningún titular periodístico en este sentido. Por eso los cursos formativos que impartimos no tienen un área relacionada con el karate o las diversas artes marciales ni con técnicas de combate.

La Nueva Apologética, tal como la entendemos, mira, antes que nada, a fortalecer la fe de los católicos. En efecto, para los que trabajamos en la Nueva Apologética, los católicos representan nuestra principal preocupación. La tarea que nos ocupa es la de aclarar las dudas al mayor número posible de católicos.

Por eso insistimos en integrar la Apologética a la catequesis presacramental, lo que lograría que las personas que acuden a pláticas prebautismales y prematrimoniales y de preparación a la confirmación y a la primera comunión salgan de ellas con su identidad católica fortalecida y con todas sus dudas aclaradas. Esto permitiría alcanzar a un gran número de católicos, sin campañas costosas, aprovechando las actuales estructuras pastorales.

APOLOGÉTICA Y ECUMENISMO

APOLOGÉTICA Y ECUMENISMO



Por la movilidad demográfica y los medios de comunicación masiva, el pluralismo cultural y religioso es ya una realidad imprescindible. Ya no es posible vivir como si no hubiera otras maneras de pensar y vivir.
Por lo tanto, urge aprender a vivir en este nuevo contexto social, sin añoranza por el pasado, sabiendo que este nuevo estilo de vida marcará el futuro de la humanidad. Hay que aprender a vivir la ley del amor hacia todos, viendo en cada ser humano la imagen de Dios y el mismo destino a la felicidad en un encuentro definitivo con Él.
Respeto, tolerancia y diálogo tienen que marcar las relaciones entre todos los seres humanos, más allá de toda diferencia o discrepancia a nivel político, filosófico o religioso. Ahora bien, para que esto sea posible, se necesita que cada uno conozca la propia identidad. De otra manera, no podrá haber diálogo, sino monólogos de parte de los más atrevidos y aceptación pasiva y automarginación de parte de los demás.
Y puesto que hoy en día el proselitismo religioso es un hecho, que está a la vista de todos, para que el católico pueda sentirse seguro y con dignidad, es urgente que conozca las bases de su fe de tal manera que pueda dar una respuesta a los que lo cuestionan y tratan de perturbarlo en su fe.
Hoy más que nunca es necesario que el católico esté preparado para dialogar con todos y defender su fe, cuando alguien trata de atacarla. Es tiempo de borrar la idea de una oposición entre la apologética y el ecumenismo. Hay que aprender a dialogar con los que son respetuosos y a defender la propia fe con relación a los que tratan de desprestigiarla.
Hay que ser realistas, tratando de vivir en el mundo concreto en que nos encontramos, dejando a un lado el mundo puramente imaginario, donde hay puro amor y respeto, sin que nadie atente contra la dignidad y los valores ajenos.
Ahora bien, ¿cómo andamos en este aspecto? Un desastre. Se quitó la apologética de la enseñanza, que se imparte en los seminarios y en todos los demás centros de formación a nivel oficial. Nos están comiendo el mandado y seguimos preparando a las nuevas generaciones de sacerdotes, religiosas y laicos comprometidos "como si no existiera el proselitismo religioso". Un error histórico, que nos está costando demasiado caro. Y de todos modos, muchos prefieren continuar con la política del avestruz, que pone la cabeza bajo la arena para no ver lo que está pasando a su alrededor y sentirse libre de toda responsabilidad. ¿Hasta cuándo?
¿Hasta cuándo se seguirá ignorando la presencia de los grupos proselitistas en nuestras comunidades? Se estudia el budismo, el islamismo y el hinduismo, y no se estudia todo lo referente a los grupos proselitistas, que nos están afectando directamente. ¿Hasta cuándo seguiremos tercos con nuestro malentendido ecumenismo y diálogo interreligioso?

Tomado de: HACIA UN NUEVO MODELO DE IGLESIA, el libro más reciente del P. Amatulli, que nos invita a soñar y trabajar juntos para delinear un nuevo modelo de Iglesia, que responda a los desafíos que nos presenta el pluralismo actual.
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